De la simple unión de dos palabras que conocemos a la perfección, nace el concepto de lectoescritura: un término que a la gran mayoría de los mortales nos suena tan lejano como complejo, a pesar de que implica el desarrollo de dos actividades que realizamos constantemente en nuestra vida diaria: leer y escribir.
Comenzamos por trazos difusos que poco a poco,
se irán convirtiendo en trazos más concretos
En nuestros primeros años escolares, la lectura convive junto a la escritura a nivel de aprendizaje. Pero, ¿sabemos cómo y en qué momento?
- Comencemos desde el principio: antes que nada, ocurre que aprendemos a hablar. Primero con sonidos aleatorios, más tarde con sílabas; después con palabras, y finalmente con frases completas. Todo forma parte de un proceso largo y paulatino.
- Una vez ya hemos dominado el lenguaje oral y podemos comunicarnos pronunciando todo un sinfín de palabras, pasamos a imitar el proceso del habla a través del binomio más importante de toda nuestra vida: la lectura y la escritura. Dos pilares maestros en los que se sustentará todo nuestro aprendizaje posterior.
- En la lectura comenzamos identificando letras, más tarde pronunciando sílabas, después palabras y –ya por último- oraciones al completo que incluyen su propia entonación.
- ¿Y en la escritura? Comenzamos por trazos difusos que poco a poco, se irán convirtiendo en trazos más concretos (zigzags, líneas rectas, circunferencias, espirales…). Como proponen algunos de nuestros cuadernos de iniciación a la lectoescritura, comenzamos a imitar sobre el papel formas simples que más tarde nos ayudarán a dibujar letras. De nuevo, el proceso: de las letras pasamos a formar sílabas, y a partir de aquí, palabras con un significado que más tarde contribuirán a formar frases.
Foto © ImageShack
¿Sabías que las primeras muestras de uso de la lectoescritura las encontramos en el Antiguo Egipto? Fueron los jeroglíficos los que abrieron la puerta de este aprendizaje. Pero, ¿dónde apareció el primer alfabeto tal y como lo concebimos actualmente en la cultura occidental? Siria y Palestina fueron el foco en el que se desarrolló, y desde el que se extendió y evolucionó en toda Europa.
Sin embargo, aunque esta es nuestra receta, existen muchos tipos de escritura en todo el mundo que tienen su origen en distintas épocas: China o India son grandes ejemplos.
Definitivamente, hablamos de dos conceptos estrechísimamente ligados. Leer y escribir son dos actividades complejas para nuestra mente que se aprenden en paralelo y (aproximadamente) desde los últimos años de Educación Infantil, edad en la que se considera que los niños y niñas dominan el habla oral.
En esta ocasión la fórmula del aprendizaje está formada por una gran dosis de motivación, otra cucharada de psicomotricidad fina (detalles realizados en las tareas manuales) y una gran cantidad de coordinación entre los ojos y las manos de los niños para afinar el trazo con lápiz y papel.
Es importantísimo que ellos mismos muestren interés por lo leído y lo escrito, pues el proceso de la lectoescritura es un recorrido a largo plazo que gracias al esfuerzo de padres y maestros deberá seducir a los más pequeños para que no caigan en el aburrimiento. ¡Ayudémosles a embarcarse en una de las aventuras más útiles y apasionantes de toda su vida!
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