A menudo tratamos de evitar que los niños y niñas experimenten decepciones o frustraciones, incluso cumpliendo expectativas que no siempre son realistas. Sin embargo, es importante recordar que estas emociones son parte de la vida. Enseñarles a gestionarlas desde pequeños les ayuda a desarrollar habilidades emocionales y estrategias para afrontar situaciones difíciles y manejar expectativas no cumplidas en el futuro, preparándolos mejor para la adultez.
Expectativas y decepciones
La decepción surge cuando nuestras expectativas no se cumplen y suele ir acompañada de frustración, tristeza y enfado. Mientras que los adultos entendemos que no todo sucede como deseamos, para los niños y niñas es más difícil ajustar sus expectativas y aceptar que las cosas no ocurren solo por quererlo.
Esto se debe a que su razonamiento aún no está desarrollado como el de un adulto. Su pensamiento es mágico y concreto, lo que dificulta que puedan adaptarse fácilmente a la realidad. Por eso, como adultos, debemos entender esta forma de pensar y acompañarlos en el proceso de ajustar sus expectativas y aprender a gestionar la decepción.
Aunque la decepción puede resultar incómoda, es una experiencia crucial para el aprendizaje emocional de los niños. Aquellos que no se enfrentan a ella y no aprenden a manejarla podrían convertirse en adultos que rechazan estas emociones, evitando situaciones que puedan generarles desilusión. Esto puede llevar a que se rindan con facilidad, tengan dificultades para perseguir sus metas, sufran de baja autoestima y caigan en un ciclo de sensación de fracaso. Por ello, enseñarles a gestionar la decepción es clave para su desarrollo emocional y personal.
¿Cómo manejar la posible frustración si no reciben lo que querían?
- Comprender el pensamiento infantil
Es fundamental que los adultos entiendan cómo razonan los niños para acompañarlos con empatía y evitar aumentar su frustración. Esto les permitirá ayudarles a desarrollar estrategias para manejar sus emociones.
- Encontrar un equilibrio en las expectativas
Es importante cumplir expectativas realistas sin ceder a demandas imposibles, por mucho que las deseen. No se trata de exponerlos constantemente a la decepción ni de satisfacer todos sus caprichos.
- Guiar el ajuste de expectativas
Acompañar a los niños desde su nivel de comprensión y lenguaje es esencial. Explica con claridad que no siempre podemos tener todo lo que queremos, usando ejemplos concretos como el número de regalos o el tipo de actividades planeadas. Aun así, es normal que en ocasiones mantengan expectativas mágicas.
- Validar y aceptar las emociones negativas
La decepción, la tristeza o el enfado son emociones naturales que no deben ser censuradas. En lugar de ignorarlas o suprimirlas, ayúdales a comprenderlas y gestionarlas con calma.
- Crear un espacio seguro para expresar emociones
Escuchar y acompañar sin juzgar es clave. Mantén la calma para que el niño pueda regular su estado emocional en un entorno seguro y de apoyo.
- Ofrecer alternativas
Explícales que, aunque las cosas no siempre salen como deseamos, existen otras opciones. Esto les ayudará a adaptarse y a entender que la realidad no siempre se alinea con sus expectativas.