El éxito del método Singapur reside en que los alumnos entienden los conceptos a través de la manipulación, lo que aumenta su interés y motivación, a diferencia del método tradicional, centrado en la realización repetitiva y mecánica de actividades que carecen de significado para ellos.
¿En qué consiste el método Singapur?
Esta metodología se basa en cuatro aspectos fundamentales:
- Enfoque C-P-A: concreto-pictórico-abstracto permite una aproximación a las matemáticas de forma paulatina. Se comienza enseñando a través de material concreto, real, manipulativo, donde los niños tocan las matemáticas, para pasar a una segunda etapa de representación gráfica (a través de gráficos, barras y dibujos), y una vez comprendidos los conceptos, se les enseña lo abstracto, simbólico, como las notaciones o los algoritmos tradicionales.
- Currículum en espiral: el diseño curricular en espiral implica el refuerzo de conocimientos previos con la enseñanza de los nuevos, lo que refuerza el aprendizaje y lo contextualiza como un todo, de manera que al retomar lo aprendido y darle sentido en un nuevo contexto genera un aprendizaje significativo.
- Variación sistemática: este principio plantea la importancia de evitar la repetición: frente a un mismo procedimiento se deben generar pequeñas variaciones. Es decir, se establecen secuencias de actividades con ajustes graduales en la dificultad lo que implica que los estudiantes deben visualizar el problema y generar sus propias estrategias de resolución evitando así los procedimientos mecánicos o memorísticos.
- Resolución de problemas: el currículo de Singapur se centra en la resolución de problemas: las matemáticas es el medio para resolver problemas, y que esa es su función esencial. Son problemas relacionados con la realidad, lo que motiva el aprendizaje, pues de esta forma pueden ver las aplicaciones de las matemáticas en el mundo real.
¿Cuáles son sus beneficios?
Entre los numerosos beneficios de esta metodología, podemos destacar los siguientes:
- El centro del aprendizaje ya no son las operaciones ni los cálculos, sino la resolución de problemas, lo que implica comprensión: los estudiantes deben comprender los problemas, razonar, no aplicar meras estrategias de cálculo. El objetivo es que los alumnos aprendan, no memoricen.
- Se fomenta el aprendizaje cooperativo: dado que esta metodología supone llegar a la misma solución por distintos caminos, sin repetir ni memorizar una única vía como en el sistema tradicional, el profesor cambia su papel en el aula y se convierte en dinamizador, animando a los estudiantes a discutir, articular y explicar su razonamiento en grupo.
- Esto conlleva una mejora significativa de la comprensión lectora y la expresión oral en tanto en cuanto deben releer las actividades y problemas para entenderlos, reflexionar y buscar una solución, y deben ser capaces de concretar, verbalizar y explicar a sus compañeros las posibles soluciones.
- La representación gráfica y el uso de manipulativos aumentan la motivación del alumnado, ya que ayudan a la comprensión, facilitan el proceso de reflexión y consiguen que las actividades sean más dinámicas y motivadoras.
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