El síndrome del emperador describe una realidad cada vez más frecuente en nuestra sociedad, se trata de niños y adolescentes déspotas, incapaces de seguir ninguna norma y que imponen sus deseos e intereses. Son niños y adolescentes empoderados, agresivos y poco empáticos, que no aceptan un no y que constantemente tratan de imponer su voluntad, llegando incluso a maltratar a los padres.
Cómo se manifiesta el síndrome del emperador
El síndrome del emperador se manifiesta como un conjunto de actitudes y conductas que llevan a cabo los niños y adolescentes y que no les corresponden. Los niños y adolescentes se convierten en figuras autoritarias, asumiendo roles para los que no están preparados, se creen con derecho a lograr todo lo que quieren, y no dudaran en exigir sus derechos cueste lo que cueste. Los hijos y los padres parecen invertir los papeles y se produce una situación insostenible y complicada para los progenitores, en la que los hijos se convierten en una especie de “emperador” déspota y sin empatía. Las manifestaciones del síndrome del emperador son:
- No aceptar un NO. Se trata de niños y adolescentes que nunca aceptan un No y que para conseguir sus deseos no dudaran en ser crueles.
- Exigen sus aparentes “derechos”, y para ello no dudaran en mostrar su agresividad verbal e incluso física.
- No tiene empatía, solo se centran en sus deseos y sentimientos, pero tienen importantes dificultades para ponerse en el lugar el otro.
- No toleran la frustración. Cuando se sienten frustrados responden con ataques de ira y culpan a todos los que le rodean, sin ser capaces de asumir sus propias responsabilidades.
¿Por qué se convierten en emperadores?
El síndrome del emperador aparece como consecuencia de unas pautas educativas y dinámicas familiares inadecuadas.
- La elevada permisividad. Cuando se consiente demasiado al niño, éste crecerá creyendo que es su derecho y que los adultos que le rodean tienen la obligación de consentirle y darle todo lo que desea.
- La ausencia del No. Para educar es necesario poner límites y utilizar el No. El no enseña a los niños que el mundo no gira alrededor de sus deseos y que no todo puede ser como ellos quieren o desean.
- Dificultad para establecer normas en casa. Cuando las normas son inconsistentes y el niño aprende que puede imponer su voluntad por encima de la norma, cada vez que así lo desee intentará saltarse la norma, aunque para ello tenga que ser agresivo.
Cómo prevenir el síndrome del emperador
Es muy importante seguir unas pautas concretas para evitar que los niños se conviertan en pequeños y déspotas emperadores.
- Uso de normas y límites desde el primer momento. Se trata de saber ejercer una disciplina positiva, con tareas y obligaciones adecuados para cada edad, y con límites a su conducta (como por ejemplo nunca insultar). De este modo los niños aprenden a no imponer su voluntad.
- No tolerar la violencia bajo ningún concepto en casa, tanto violencia verbal como física.
- Favorecer el desarrollo de la empatía, ayudando al niño a ponerse en el lugar del otro. Para ello es importante no dejar todo por satisfacer los deseos del niño, tiene que aprender que los demás también tienen deseos y sentimientos.
- Ayudarle a tolerar las pequeñas frustraciones sin evitárselas, permitiendo que se enfrenten a ellas y desarrollen sus propias estrategias.
- Actuar como modelos de conducta. Y no actuar de manera violenta o déspota.
- Favorecer la comunicación familiar.