¿Cómo afectan las pantallas al desarrollo de las funciones ejecutivas?

¿Cómo afectan las pantallas al desarrollo de las funciones ejecutivas?

El uso de pantallas no es negativo por sí mismo, pero cuando se da en exceso o de manera inadecuada, puede generar dificultades en el desarrollo de estas habilidades.

Algunos de los efectos más comunes incluyen:

- Disminución de la capacidad de atención

Las pantallas ofrecen una estimulación rápida y constante: cambios de escena cada pocos segundos, sonidos llamativos y recompensas inmediatas. Esto puede hacer que el cerebro de los niños se acostumbre a un ritmo acelerado de estímulos, dificultando que luego puedan mantener la atención en actividades más lentas y menos dinámicas, como la lectura, el juego simbólico o la resolución de problemas en el aula.

Ejemplo: Un niño que pasa mucho tiempo viendo videos cortos en redes sociales o jugando a videojuegos muy rápidos puede volverse impaciente con actividades que requieren un esfuerzo sostenido, como hacer tareas escolares o escuchar una explicación en clase.

 

- Dificultad en el autocontrol y el manejo de la frustración

Las pantallas ofrecen gratificación instantánea, lo que significa que los niños pueden obtener satisfacción inmediata con solo un clic. Esto reduce la oportunidad de desarrollar tolerancia a la frustración, que es clave para aprender a esperar, gestionar el esfuerzo y persistir en tareas difíciles.

Ejemplo: Un niño acostumbrado a cambiar de contenido en segundos puede impacientarse rápidamente si un juego de mesa no avanza tan rápido como esperaba o si necesita practicar varias veces para aprender algo nuevo.

 

- Impacto en la memoria de trabajo y el procesamiento de la información
Cuando el cerebro está expuesto a un flujo constante de estímulos visuales y auditivos, tiene menos oportunidades de procesar y retener la información de manera profunda. La memoria de trabajo, que nos permite retener y manipular información a corto plazo, puede verse afectada si el niño no tiene suficiente tiempo para reflexionar, repetir conceptos y conectar ideas.

Ejemplo: Si un niño pasa varias horas viendo contenido en una pantalla sin pausas ni interacción, puede tener dificultades para recordar detalles importantes de lo que ha aprendido o para organizar sus pensamientos de manera estructurada.

 

- Menor desarrollo del pensamiento crítico y la resolución de problemas
El uso pasivo de pantallas (como ver videos sin interactuar) puede limitar la capacidad de los niños para analizar, reflexionar y resolver problemas por sí mismos. Las actividades fuera de la pantalla, como el juego libre o la exploración del entorno, ofrecen mayores oportunidades para desarrollar la creatividad, el pensamiento flexible y la toma de decisiones.

Ejemplo: Un niño que juega siempre con videojuegos que le dan instrucciones claras y recompensas inmediatas puede tener más dificultades para resolver problemas abiertos o tomar decisiones cuando enfrenta situaciones reales que no tienen una respuesta única.

 

- Dificultad en la planificación y organización
El uso excesivo de pantallas puede desplazar otras actividades que favorecen la planificación y la autonomía, como organizar su material escolar, gestionar su tiempo o planificar el día. Si un niño se acostumbra a que todo sea inmediato y estructurado por un algoritmo, puede tener dificultades para organizar sus propias acciones y anticipar consecuencias.

Ejemplo: Un niño que pasa muchas horas frente a la pantalla sin límites establecidos puede olvidar tareas importantes, procrastinar o tener dificultades para estructurar su tiempo de manera efectiva.

¿Cómo equilibrar el uso de pantallas para proteger las funciones ejecutivas?

EL OBJETIVO NO ES PROHIBIR LAS PANTALLAS, SINO UTILIZARLAS DE MANERA CONSCIENTE Y EQUILIBRADA.

Algunas recomendaciones prácticas para favorecer un uso saludable:

  • Establecer tiempos de uso adecuados: Evitar el uso excesivo y establecer límites claros según la edad. La OMS recomienda que los niños menores de 6 años no usen pantallas y que los niños de 7 a los 12 años no las usen más de una hora al día.
  • Priorizar el contenido de calidad : Optar por programas y aplicaciones que fomenten el aprendizaje activo, la creatividad y la interacción en lugar del consumo pasivo.
  • Promover tiempos sin pantallas: Asegurar que haya momentos del día sin dispositivos, especialmente antes de dormir y durante las comidas.
  • Fomentar el juego libre y las actividades sin tecnología: Estimular juegos de mesa, lectura, deporte y actividades artísticas que requieran atención sostenida y planificación.
  • Favorecer la interacción social: Asegurar que los niños pasen tiempo de calidad con la familia y amigos, desarrollando habilidades sociales y emocionales sin la mediación de una pantalla.
  • Dar el ejemplo: Los niños aprenden por imitación. Si ven que los adultos gestionan bien su tiempo con las pantallas, será más fácil que ellos también lo hagan.

Pequeños cambios en la rutina pueden marcar una gran diferencia

Las pantallas son una herramienta poderosa, pero su uso debe ser equilibrado para no interferir en el desarrollo de habilidades clave como la atención, la memoria, el autocontrol y la planificación. En la infancia, el cerebro está en pleno desarrollo, y necesita experiencias variadas, interacciones reales y momentos de reflexión para fortalecer sus funciones ejecutivas.

Como padres y educadores, nuestro reto no es eliminar por completo el uso de pantallas, sino ayudar a los niños a usarlas de manera consciente y a complementar su desarrollo con actividades que fomenten su autonomía, su pensamiento crítico y su autorregulación.

Pequeños cambios en la rutina pueden marcar una gran diferencia. Regular el tiempo frente a la pantalla, fomentar juegos fuera del entorno digital y ayudarles a desarrollar estrategias de planificación y control emocional serán clave para que crezcan con un cerebro fuerte y preparado para enfrentar los desafíos del mundo real.

26 de febrero de 2025
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